Al otro día un golpe constante y estridente me sacó de la cama. Los ruidos provenían del lugar donde hasta hace unas horas estaba el parqueadero del hotel y en el que al parecer ahora funcionaba un taller de metalmecánica. Eso explicaba por qué debíamos dejar las llaves del carro en la administración, y también por qué preguntaron por nuestra hora de salida. Unas horas después cuando abandonamos el hotel nos dimos cuenta que habíamos pasado la noche muy cerca de la galería, distante apenas unas cuadras del centro de la ciudad.
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