El viaje me mostró que Colombia tiene paisajes hermosos -desiertos, montañas, campos verdes y lagunas-, todos esperando a ser vistos por un ojo dispuesto a encontrar la belleza encerrada en los parajes colombianos, también me mostró que Boyacá es uno de esos paraísos donde la gente vive feliz porque no hay malicia. Viajar por Boyacá es refrescante porque no buscan tomar ventaja de ti y antes bien están dispuesta a darte una mano y ofrecerte una recomendación. Recordaré siempre la sensación de haber perdido la noción del tiempo en Villa de Leyva, haber caminado entre sueños en Ráquira, haberme sentido pequeño ante la laguna de la Tota, sentir algo de inocencia al hablar con los boyacenses mientras jugaban tejo, haberme sentido parte del todo en los inmensos campos de Boyacá y por haberme deleitado con un ajiaco, un mote, una cazuela boyacense, los postres de la zona y una trucha al ajillo. Gracias Boyacá por confirmarme que seguimos viviendo en el paraíso y que fue tan solo cuando dejamos la inocencia que creímos haber sido expulsados de él.

A 12 kms sobre la vía que conduce a Bogotá desde Tunja está el altar de la patria, el Puente de Boyacá. Para mí Colombia alcanzó su independencia el 7 de agosto en el puente de Boyacá y no el 20 de julio con el grito dado en Santa Fe de Bogotá, pero ¿quién soy yo para definir la historia? Cuando la Nueva Granada se independizó entró en un tiempo que se conoció como la patria boba, fue en ese período que el reino de España inició la reconquista de los territorios en ultramar y el Virrey Sámano entró en Santa Fe el 9 de marzo de 1818. Fue en la batalla del puente de Boyacá, que se dio el 7 de Agosto de 1819, donde se sellaba la libertad de Colombia, cuando se frenó el avance del Coronel Barreiro hacia Santa Fe para apoyar las defensas realistas.

Ya al salir del restaurante continuamos el viaje sin paradas hasta Tunja, es decir un poco más de una hora de camino. La entrada a la capital del departamento fue sencilla porque ya la conocíamos y por lo tanto fue fácil dar con el centro de la ciudad. Tunja es una ciudad que no presenta casi edificios en el horizonte, seguramente porque el centro histórico está protegido y como la ciudad aun tiene mucho espacio dónde edificar no han visto aun la necesidad de construir para arriba como lo están haciendo en Manizales. El centro histórico es un poco complejo para transitar porque casi todas las vías parece que fueran en una única dirección, fue necesario pasar muchas calles antes de encontrar alguna que nos permitiera retornar, pero a pesar de esto uno no se llega a perder en el centro de Tunja porque es fácil suponer dónde está la plaza. Este sistema parece ser una buena forma de proteger el centro histórico de posibles embotellamientos.

Teníamos hambre y queríamos trucha, pero desde que salimos de Playa Blanca no volvimos a encontrar ni un restaurante de carretera. Por mucho pensar no nos habíamos decidido a entrar en el restaurante de Playa Blanca ni en otro que habíamos visto cerca y ahora el almuerzo se veía muy lejos. El recorrido continuó entre extensos campos de varios tonos de verdes con ranchos en medio de la nada que se ven pequeños entre la inmensidad del paisaje, hay ganadería por todas partes pero se ven como hormigas de lo lejos que están. Así continuamos nuestro recorrido pensando en la trucha que al parecer no fue.

Desde el monumento a los Lanceros del Pantano de Vargas, la vía en mal estado continúa hasta llegar a la carretera principal que lleva hacia Sogamoso, desde donde se pueden tomar dos vías para ir a La Tota, una por Aquitania y la otra por Iza. Decidimos tomar la ruta por Aquitania para llegar más rápido a la laguna y retornar con tiempo. La vía para Aquitania pasa por la carretera que en Sogamoso es conocida como la vía al llano, y cuando encontramos un letrero que decía "Yopal a 120 Kms" comprendimos lo lejos que estábamos de casa. Justo en ese lugar donde estaba esa señal se toma el desvío para Aquitania y unos cuantos metros después como una visión la laguna se entroniza en el horizonte. Siguiendo por la carretera un poco más abajo hay un mirador desde donde se puede observar la belleza del paisaje de La Tota.