Bahía Solano

Ciudad Mutis, nombre oficial de Bahía Solano, fue hasta hace un par de décadas un destino turístico importante en Colombia. Los propietarios de los restaurantes aledaños al aeropuerto José Celestino Mutis recuerdan aquellos días en que el aeropuerto no daba abasto para la cantidad de gente que llegaba. Hoy solo queda el recuerdo de aquellos días truncados por la noticia del secuestro masivo en Utría, algo tan extraño por estas tierras que solo se tiene registro de esta única retención forzada, pero el impacto mediático hirió de muerte la industria turística de Bahía Solano. Desde aquel día hasta hoy se ha logrado recuperar poco a poco el turismo, avivado en parte gracias a los esfuerzos del municipio que programa eventos especiales como el concurso de pesca deportiva que se realiza en octubre cada año.

Al día de hoy, Bahía Solano está repleta de infantes de marina que requisan todo lo que entra y sale por el puerto. Los pescadores comentan que hubo un tiempo en que amanecían en la playa talegos con pasta de coca, y de vez en cuando talegos con dinero. Bahía Solano se había consolidado como puerto de paso del narcotráfico, y la marina colombiana se decidió a erradicar el tráfico por la zona.

En una tierra donde la gasolina se sobreprecia hasta un 70% por cuenta del flete desde Buenaventura en barco, el precio de la vida sube sin contemplación, tanto que una gaseosa de 600 ml cuesta solo un 30% más que un tinto. Para abastecer el mercado local deben traer la mayoría del arroz, las legumbres y hasta los plátano que consumen. Por suerte el ingrediente principal de la gastronomía local lo produce el mar, porque en Bahía Solano se desayuna pescado, se almuerza pescado, se come pescado, y de postre se sirve jaiba.

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La gente dice que la solución a sus problemas sería la carretera que termine con su aislamiento, y de paso apoyan la construcción del puerto de Tribugá, pero con tristeza ven como mueren estos dos proyectos mientras guardan polvo en los archivadores de planeación nacional. Saben las razones por las que no se van a concluir en un corto plazo, pero no las comparten porque los condena a vivir en una carestía de vida aveces imposible de sostener, tanto así que hasta la ropa proveniente de Panamá llega costosa. El plan 2500, que fue el plan para la pavimentación de varias carreteras veredales en Colombia, al parecer solo tuvo presupuesto suficiente para pavimentar la mitad de la carretera entre Bahía Solano y El Valle. El tiempo de tránsito se redujo de 3 horas a tan solo 50 minuto en buen tiempo y 2 horas cuando está lloviendo. Mientras tanto, las máquinas se oxidan en la playa del almejal, esperando por el resto del presupuesto para pavimentar lo que falta de carretera.

Varios habitantes han salido de Bahía Solano, para muy seguramente volver con el correr de los años. El contacto con esta gente es tan especial que solo hace falta preguntar por un lugar en dónde dormir para ser invitado a pasar a su casa. Así conocí a don Garcés, quien a su vez me presentó a Tioniño -acá se conocen por el apodo, no por el nombre-, que a su vez me presentó con Willmacho, con quien arrendé una de las habitaciones de su cabaña por los días que estuve en El Valle, y quien fue presentándome a la gente con quien recorrería los lugares de la zona. De esta forma el turismo trae ingresos a El Valle, porque como el mismo Willmacho dice, «el turista que llega a los hoteles no deja nada a la población, porque el hotel se lo queda todo».

Nota aparte: la recomendación sobre el vuelo era estar con 2 horas de antelación, como si fuera un vuelo internacional. El clima hace que aveces se tengan que adelantar los vuelos.