La Catedral de Sal de Zipaquirá

mayo 19, 2008 • Publicado en
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Creo que tendría 10 años cuando visité la antigua catedral de sal en Zipaquirá, y recuerdo muy bien que salí enfermo porque faltaba el aire y un penetrante olor a azufre inundaba los socavones -razones más que suficientes para pensarlo dos veces antes de volver-. Ya han pasado 20 años desde aquella primera visita y las cosas han cambiado mucho. La nueva catedral se terminó de construir en 1993 como resultado de un concurso para reemplazar la antigua estructura cuya estabilidad se estaba viendo comprometida por las filtraciones de agua que llegaban de la superficie. Para mitigar los efectos de la falta de aire se conectaron los socavones de la mina que hacen parte de la catedral para facilitar la circulación del aire y evitar la sensación de pesadez al respirar, aunque el tufillo a azufre continuaba en el aire pero no en las concentraciones del pasado.

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Neusa

octubre 13, 2007 • Publicado en
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Dentro de la idea inicial del viaje se había planeado una visita a Nemocón, pero en el camino pueden pasar muchas cosas y en vez de girar a la derecha decidimos tomar otra ruta y subir hacia el embalse de Neusa. Según los letreros del camino desde la carretera principal serían unos 15 Kms hasta el embalse subiendo por las montañas que bordean la sabana. La zona está llena de casas de descanso en los tramos iniciales y durante el ascenso se encuentran varias fincas de ganado vacuno y lanar. Los tramos iniciales estaban bordeados por verjas en piedra, algo diferente a lo que normalmente he visto pues en la zona de Antioquia y el eje cafetero estamos acostumbrados a los alambrados, tal vez este tipo de construcciones sea un recuerdo de los muros con los que bordeaban las haciendas en los tiempos de la colonia.

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Zipaquirá

octubre 13, 2007 • Publicado en
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Salimos de Bogotá temprano para hacer rendir la jornada. Tomamos la ruta a Chía por la glorieta de Siberia siguiendo las recomendaciones que nuestros anfitriones en Bogotá nos habían dado para evitarnos un peaje y el embotellamiento que se hace en la autonorte, pero como el que no conoce es como el que no ve, nos perdimos en Chía y terminamos dando giros antes de volver a salir hacia Zipaquirá. Perderse tiene su lado positivo, se conoce más de las poblaciones y aveces se encuentran sitios que llaman nuestra atención. Nuestro giro a la izquierda en Chía nos llevó a un lugar un poco alto desde donde se veía la sabana de Bogotá, particularmente hermosa esa mañana soleada. Mientras volvíamos a tomar el rumbo correcto preguntamos a varias personas quienes amablemente nos guiaron hasta la salida a Zipaquirá. Por primera vez escuchamos el acento típico de los habitantes del altiplano, incluido el su persona y el su mercé, una buena señal para el viaje aunque fuera mientras estábamos perdidos.

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