Teníamos hambre y queríamos trucha, pero desde que salimos de Playa Blanca no volvimos a encontrar ni un restaurante de carretera. Por mucho pensar no nos habíamos decidido a entrar en el restaurante de Playa Blanca ni en otro que habíamos visto cerca y ahora el almuerzo se veía muy lejos. El recorrido continuó entre extensos campos de varios tonos de verdes con ranchos en medio de la nada que se ven pequeños entre la inmensidad del paisaje, hay ganadería por todas partes pero se ven como hormigas de lo lejos que están. Así continuamos nuestro recorrido pensando en la trucha que al parecer no fue.

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