En una de esas locuras que a mi me dan organicé un viaje a Girardot para visitar un amigo de aquellas tierras. El viaje por La Línea desde Armenia hasta Ibagué no es tan terrible como lo pintan, en aproximadamente un poco más de una hora ya había cruzado la cordillera y estaba en terrenos que según recuerdo había visto por última vez 25 años atrás. Algo que llamó mi atención fueron las pistas de aterrizaje donde ofrecían cursos de vuelos. Tal vez algún día con dinero y tiempo me atreva a pilotear un avión.
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