Ver las cataratas
abril 26, 2007 Publicado en ViajesEtiquetas: Argentina Brasil Iguazú naturaleza
El bus del tour llegó justo a tiempo, así que sobre el horario iniciamos el recorrido hacia el parque natural en Brasil. Como estábamos en un grupo turístico no nos pidieron sellar los pasaportes a menos que nos fuéramos a quedar en algún lugar diferente al parque, como era el caso de los que pensaban ir a la represa de Itaipú, qué lástima porque yo quería un sello de Brasil en el pasaporte.
Con mi experiencia del día anterior ya había conseguido lo necesario, y como no llovía a cántaros como el día anterior tenía lista la cámara toda envuelta en una bolsa plástica dejando el agujero del lente y sellado con el aditamento para los lentes extras. lo primero que pude comprobar una vez pasamos el puente sobre el río Iguazú fueron los letreros de los restaurantes y los avisos de carretera en portugués, con su omnipresente ‘ç’, hago memoria y creo que es la primera vez que observo letreros en un idioma diferente al español…. y bueno, algún restaurante chino, francés o italiano podría contradecirme pero ustedes me entienden, primeros letreros de carretera en un idioma diferente al español.
El ingreso al parque en Brasil también tiene un costo de 30 pesos argentinos, y el viaje hasta los senderos de las cataratas se hacen en un bus de dos pisos donde el segundo piso está descubierto, aunque la verdad no vi nada que ameritara el viaje en clase desprotegida. El recorrido va haciendo paradas en sitios que inician senderos de aventuras, y la última parada es junto a un hotel donde inicia el recorrido del sendero paralelo al río que comparado con el recorrido de Argentina es muy corto.
El lado de Brasil de las cataratas es más pequeño en comparación al de Argentina, pero tiene una porción más grande de la Garganta del Diablo, pero dado que desde Brasil se ven en forma panorámica la cataratas del lado argentino la vista es simplemente espectacular, en realidad es una visión hermosa, no carga la energía que se vive en el lado argentino pero sí estremece la sola visión de tanta belleza.
Con respecto a los animales la recomendación de siempre «No dé de comer a los animales», pero ellos ya se conocen a la perfección el papel, se acercan y posan un rato mientras medio mundo toma fotos y luego se aproximan para recibir su paga por modelar, y que buenos modelos resultaron ser los coatíes. Siguiendo por el sendero van apareciendo claro tras claro secciones de las cataratas, en toda su majestuosidad, y mientras se va avanzando se siente el rugir de la garganta del diablo. La bruma está suspendida en el aire dando la bienvenida a todo el mundo a la garganta, como pidiendo que tapen sus cabezas ante su majestad la naturaleza, ya es imposible salir seco de ahí y es tanta la energía compartida que el momento amerita compartir toda nuestra alegría con nuestros vecinos, sonreímos al que está al lado así sea un total desconocido, así sea un japonés, así sea de donde sea, todos sonreímos, todos nos contagiamos y nos abrazamos mientras gritamos ‘esto es maravilloso’ y dejamos que el agua escurra nuestras apatías.
El mirador de la garganta del diablo tiene dos niveles en el lado de Brasil y para llegar a la parte superior hay que subir por un ascensor, afortunadamente este si no es de los de cerrar rejas como en Argentina. La vista desde el mirador es sorprendente y vuelve a uno esa sensación de pequeñez que te ataca una y otra vez mientras se camina por los parques, pero hay tanta alegría, tanta energía, se han renovado tantas sensaciones que se vive en plenitud siendo parte de tanta majestuosidad, y mientras observaba las cataratas abrazado a mi compañera de aventuras -los colombiano siempre nos rejuntamos- como un rayo entendí algunas de las respuestas a las preguntas que siempre me afectaron, y comprendí que simplemente hay que vivir para intuir la respuesta al por qué de la vida y que de tanto preguntarnos nos hemos olvidado de vivir y por lo tanto cada vez estamos más lejos de intuir la respuesta.
El tour incluía un almuerzo en un restaurante tipo bufete en Brasil, y vaya si había de donde escoger, así que llené el plato y busqué la barra de postres, todo rico, y la carne deliciosa.
De vuelta a Argentina decidí ir al parque argentino para tomar las fotos que me hicieron falta y con mi pase del día anterior esta vez pude entrar a mitad de precio. Desafortunadamente tenía el tiempo muy contado así que primero fui a la garganta del diablo pero llegué cuando el tren ya había salido, así que debía esperar unos 30 minutos. Sin embargo aun me esperaban más sorpresas y mientras tomaba fotos a las mariposas una se posó en mi nariz y me acompaño por espacio de 20 minutos mientras esperaba el siguiente tren. Mientras tomaba fotos a la mariposa en mi ceja una señora se aproximó a hablar conmigo y en portugués me dijo que era signo de felicidad, le pesqué algunas otras cosas con mi escaso portugués pero dejemos esa conversación entre ella y yo.
Una vez pude llegar a la garganta del diablo pude tomar las fotos que me hacían falta, y otra vez la recepción fue un chapuzón para lavar nuestra apatía, nadie se puede quedar impávido ante tanta majestuosidad.
Como tenía el tiempo contado retorné al tren que por fortuna estaba listo para salir. Bajé en la siguiente estación para ir por el camino inferior para tomar fotos en la Dansetti pero cuando llegué los guardaparques me indicaron que no tendría tiempo suficiente, pero se ofrecieron para llevarme en vehículo hasta donde inicia el recorrido para acelerar el viaje, fue justo el tiempo para llegar a las cataratas donde pensaba tomar las fotos y volver al tren. Al llegar a casa vi que una de las fotos de la cascada Danssetti me recordaba toda la energía que viví en Iguazú, así que tanta carrera había quedado justificada.
Al final volví al tren justo a tiempo para salir del parque en la hora programada.
Nota: las fotografías corresponden a las cataratas del lado de Brasil, y aunque las fotos del lado de Argentina se tomaron el mismo día decidí publicarlas en la bitácora sobre el lado de Argentina.