Un punto azul pálido

abril 30, 2008 • Publicado en Punto de Vista

Carl Sagan es mi mentor. Mi pasión por la ciencia, la naturaleza, la búsqueda de respuestas y esa pregunta constante en mi mente se las debo a él. Todos sus libros han dejado huella, desde la serie Cosmos incluido el libro homónimo, su hermoso trabajo sobre este punto azul pálido, su batalla contra los demonios del mundo y la novela Contacto, todos dejaron horas para meditar sobre nuestra capacidad como seres humanos y nuestra realidad. Con Sagan entendí que el azar y el caos son hermosos, que la mecánica del universo es intrigante pero maravillosa y que no es necesario creer en un sentido sublime de nuestra creación para comprender nuestra importancia. Ahora que pasamos por un tiempo difícil en nuestra existencia como raza y nuestro punto azul pálido da muestras de agotamiento quiero compartir uno de los pasajes más hermosos de Sagan, donde tal vez se intuya la respuesta gloriosa que da la ciencia a nuestra realidad, donde queda claro que la ciencia y la búsqueda de respuestas siempre nos llevan a un ejercicio de humildad que mucha falta le hace en estos momentos a nuestra humanidad.

«Mira de nuevo ese punto. Eso es ‘aquí’. Eso es casa. Eso es ‘nosotros’. Sobre él, todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que ha existido, y que vivió su vida. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, los miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas seguras de sí mismo, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada ‘superestrella’, cada ‘líder supremo’, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.

La Tierra es un escenario muy pequeño en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre derramada por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades infligidas por los habitantes de una esquina de ese pixel sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio.

Un punto azul pálido

Nuestras actitudes, nuestra imaginada arrogancia, la ilusión ficticia de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida. Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran oscuridad cósmica que nos envuelve. En nuestra oscuridad, en toda esta inmensidad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, de momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.

Se ha dicho que la Astronomía es una experiencia de humildad y construcción del carácter. Quizá no hay mejor demostración de la necedad de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros de una forma más bondadosa, y de preservar ese punto azul claro, el único hogar que jamás hemos conocido.»

Carl Sagan, “Pale Blue Dot”, 1994

La fotografía que inspiró estas palabras fue tomada por la nave espacial Voyager I. La Tierra es tan solo una mota de polvo flotando en un rayo de sol.

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