La Unión
noviembre 29, 2007
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Viajes
Etiquetas: Colombia La Unión Valle del Cauca
No será el primer viaje que hago a Cali, porque a la Sultana del Valle voy con frecuencia, pero es uno de los pocos viajes que he hecho con el suficiente tiempo para hacer algunas paradas intermedias, y si además agregamos que me encanta el vino, entonces La Unión queda inmediatamente definido como paso obligatorio, para visitar la fábrica de Vinos Grajales.
La Unión no está sobre la vía principal que cruza el Valle. Se debe hacer un desvío en La Victoria, atravesar el río Cauca y seguir hasta llegar a los viñedos, señal inequívoca de la proximidad de alguna vinícola. Creo que el pulso se aceleró al ver las vides, creciendo bajo el cielo del Valle del Cauca, de un apacible azul aquel día.
Hacer vino suma demasiadas cosas, el sudor de los recolectores, los verdes campos, el sol, la madera, la sombra, el tiempo de añejamiento, la sombra justa y la posición exacta de la botella, es alquimia, es extraer todo ese cuidado y sumarlo en un vaso de vino, con resultados tan intensos que el exceso puede hacer daño, pero su justa medida abre nuestra conciencia dándole incluso la posibilidad a la cruel realidad de sonar más soportable cuando se acompaña de vino.
Tengo un recuerdo lejano de alguna visita al parador, pero no creo haber hecho el recorrido. Muchas personas dicen que durante la visita se puede tomar de todos los vinos hasta la saciedad, algunos incluso dicen haber salido borrachos de la visita guiada, otros dicen que ofrecen un curso rápido para catar vinos y de los aspectos básico de la enología, pero eso creo que fue en un pasado, o tal vez será una leyenda urbana, porque llegué con tantas expectativas que salí decepcionado, no por la visita, sino por las degustaciones que fueron muy pocas, además que el curso de enología lo quedaron debiendo y la despedida fue con salpicón de frutas, uno de los frentes actuales de la empresa -que ha diversificado su negocio-, pero no las ingentes cantidades de vino que estaba dispuesto a vincular en mi organismo. Pero para hacer justicia debo decir que el recorrido si calmó mis inquietudes, porque por instantes fue posible entrar en contacto con aquella alquimia, hasta el polvo sobre los toneles de madera eran parte importante de aquella magia, junto con la cava, la sombra, las bodegas y las uvas. Era posible palpar la nobleza del vino en aquel silencio.
Después de hacer el recorrido salí de La Unión para continuar el viaje por la carretera que lleva hacia Roldanillo, conocida como ‘la vía panorama’, un nombre totalmente descriptivo porque la vista que se tiene del Valle es sencillamente imponente. A veces es bueno dejar la carretera conocida y buscar nuevos camino.