Jethro Tull en Luna Park

abril 20, 2007 • Publicado en Arte• Lifestyle• Viajes
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Cuando tenemos oportunidad de ver a estos genios de la música haciendo su arte uno comprende que la humanidad en realidad es capaz de grandes cosas. La música de estos caballeros es una música para escuchar y disfrutar, ya se ven perfectos en escena, casi como un vino añejo.

Hoy es noche de concierto y dedicaré la tarde a escribir, así que por hoy no hay detalles para comentar aparte de que por primera vez escuché un vallenato en una emisora en Buenos Aires, en el 91.5 sonaron Los Diablitos, que terror. Aunque para complementar, en estos días y no recuerdo cuando escuché Los caminos de la vida en cumbia villera y fue lo más grotesco que he escuchado, por favor, respeto por la cumbia y el vallenato, aunque no sean mis géneros de predilección sí me duele en lo poco de colombiano que tengo.

El Luna Park es un bloque de cuatro paredes y techo que se presta para los espectáculos, y dependiendo del tipo de evento se configura para hacer que la zona próxima al escenario tenga asientos o no. Para el concierto de Jethro Tull se optó por dejar sillas, seguramente porque el grueso del público asistente sería mayor de 40 años y estaría más interesado en escuchar que en brincar.

Jethro nos ofreció un concierto para recordar, tocan con tanta tranquilidad, con una gracia, con gusto, y son tan perfectos al interpretar, tan sublimes. Para el concierto tenían una violinista norteamericana y un teclista que creo es irlandés, ambos jóvenes en comparación, mientras bajista, baterista, guitarrista y vocalista eran adultos mayores, pero que rico tener unos abuelitos así. Ian ya no tiene el pelo largo de otros tiempos, así que se pone una pañoleta, pero sigue siendo un duende, bailando al rededor de los músicos, haciendo caras, gestos y haciendo sonidos extraños con la flauta. Thick as a Brick lo cantó a coro con los espectadores y nos cedió el final. Por su parte el guitarrista demostró que aun toca, y muy bien, claro que es tan mayor que es increíble lo que hace, ya está calvo también. El bajista tenía uno de 6 cuerdas, y tocaba con una plasticidad sublime, el baterista estaba oculto entre tanto tarro. El teclista también tocaba el acordeón, la verdad no dio muestras de ser virtuoso en ningún momento pero hacía muy bien su parte, y la violinista si dejó muy claro que era muy buena, aparte de estar muy buena. Como noteamericana que es tocó una canción de bluegrass que me descrestó con su maestría en el violín.

Ian no pudo dejar de lado el comentario político en contra del presidente Bush, y tocaron temas nuevos incluido uno dedicado a los norteamericanos con melodías de su cultura tanto folclóricas, de jazz y blues, de rock y country así como melodías de Gershwim y Dvorak de su tiempo en Nueva York.

La salida y entrada del Luna Park es similar a la del palacio de los deportes en Bogotá, no presentó ningún inconveniente y fue fácil regresar caminando hasta la casa. Los conciertos en Buenos Aires normalmente terminan a la media noche, hora justa para ir a seguir la rumba en otra parte. Mi compañero de concierto dijo en chiste que Ian ya debería estar en el hotel con una pipeta de oxígeno, muy probablemente porque dejó todo su aliento en la tarima, mis respetos por estos dioses del rock.

Fue una noche deliciosa, escuchando sus viejas obras y las nuevas, además que están compartiendo su arte con músicos nuevos que seguramente continuarán con la escuela del rock progresivo. Gracias Jethro Tull por tan espectacular velada.

 
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