El Valle del Cocora

diciembre 31, 2010 • Publicado en Viajes
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Dicen que Salento está siempre con cupo completo y atestado de turistas, atraídos por la paz que se respira en sus montañas. Dicen también que en en Valle del Cocora están todas las tonalidades de verde, y que las aguas de sus ríos y quebradas son sencillamente mágicas. También dicen que el espacio-tiempo pareciera doblarse, y aunque no pude constatar la realidad física de esta última aseveración de lo que sí doy fe es que el Valle del Cocora es alucinante.

Cuando el día está despejado, los nevados Santa Isabel y Quindío coronan la parte alta del valle que se forma en la confluencia de los cañónes de la quebrada Cárdenas y del río Quindío. Este es el santuario de la Palma de Cera, el árbol adoptado oficialmente como Símbolo Nacional de Colombia. Esta palma posee el récord de ser el árbol no ramificado más alto del mundo, y es además una de las raras especies de palma que se aventuraron a conquistar la alta montaña. Los cogollos de los individuos más jóvenes hacen parte de la dieta del oso de anteojos, y el loro orejiamarillo encuentra en este árbol alimento, dormitorio comunal y espacio para anidar, a lo que retribuye esparciendo las semillas de la palma por todo el cañón. Es tan estrecha la relación entre esta especie de loro y la palma de cera que si llegara a extinguirse esta última, el loro también se extinguiría, y aunque el valle del Cocora se ve rebosante de palmas es necesario anotar que la población está compuesta en su mayoría por árboles viejos, lo que supone un peligro para el hábitat del las futuras generaciones de loros.

La palma está en riesgo de extinción por la explotación incontrolada que de sus recursos hicieron los colonos por muchos años. La cera que extraían de su corteza era empleada como combustible para las velas, sus frutos servían como alimento para el ganado, la madera era empleada para la construcción, y las hojas fueron usadas hasta hace poco en las procesiones del domingo de ramos. Y para hacer más complejo el panorama, la mayor parte del ecosistema de bosque húmedo que envolvía a las palmas fue talado, quedando en su lugar potreros en los que las palmas jóvenes son presa fácil de los animales de pastoreo, y aquellas que logran pasar inadvertidas mueren calcinadas por la falta de sombra. En vista de este panorama, fue necesario ingresar el árbol a la lista de especies protegidas, y buscar un nuevo rumbo a la economía del Cocora.

 
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La oferta turística del Valle del Cocora incluye alojamiento, camping, cabalgata, avistamiento de aves, caminata ecológicas y recorrido hacia el Parque Nacional de los Nevados. Hasta hace algunos años se permitía acampar en las fincas y caminar por los potreros entre las palmas de cera, pero hoy día toda la zona está cercada porque, como cuentan los meseros de los restaurantes, los propietarios de las fincas se cansaron de arreglar los desórdenes que dejaban algunos inconscientes. De todas maneras es posible contratar el servicio de alojamiento con alguna finca, y conseguir así el permiso para caminar entre estos hermosos gigantes de más de 50 metros.

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