Colgado de un barranco duerme mi pueblo blanco

septiembre 12, 2011 • Publicado en Arte• Punto de Vista

Manizales reprueba Cultura

Por Paulo Andrés Sánchez1.

Hasta ayer adelanté gestiones para la recuperación del Festival de Jazz de Manizales, que desde hace dos años no se realiza en la ciudad por falta de apoyo financiero local, no así de público. En 10 ediciones del Festival logramos consolidar un segmento inquieto y por inquieto fiel a lo que debimos transformar en Festival de Jazz y Música del Mundo; para que abarcara un poco más la dinámica de ese proceso de formación de público, que al margen de la imposibilidad de los ciudadanos de acceder a los pocos eventos verdaderamente culturales, siempre fue creciente en dos sentidos: cantidad y calidad.

Esa cantidad, precisamente por esa imposibilidad de acceso a la cultura a la que nos condenaron hace tiempo en Manizales, no representa ingresos cuantiosos; ya que el entendimiento de un proceso de formación de público en Manizales, supone la posibilidad y más que la posibilidad la necesidad de subsidiarlo. La mitad de los 1000 asistentes al teatro cada noche de festival de Jazz ingresaba de manera gratuita. Diariamente nos inventábamos una excusa de “democratización” del evento, para tener el teatro lleno, en detrimento de las finanzas del Festival.

Espero que los manizaleños recuerden que hace menos de una década, en la agenda cultural de Manizales había eventos que mantenían un importante rigor artístico; como el Festival de Teatro, el Festival de Jazz, el Festival de Poesía, Las Jornadas Juveniles Latinoamericanas, el Festival de la canción de la Universidad de Caldas, el Festival del Bolero, la Feria de Libro, Los Juegos Florales, La Temporada internacional de Piano, El Festival intercolegiado de Teatro, entre otros. De todos ellos no quedan ni la mitad. Se ha invisibilizado tanto el tema cultural en Manizales, y se ha estimulado tanto la cultura de la mala apreciación artística; que ya no sorprende la pasividad casi anestesiada de la reacción general. Hace unos meses el alcalde declaró insubsistente al secretario de tránsito y transporte, porque caló el escándalo mediático por la pérdida de unos vehículos en la ciudad, además del evidente caos de transporte en Manizales. El concejo debatió el tema, lo puso en la picota pública para que se tomaran acciones; pero como el concejo no debate la cultura porque no la entiende y por lo tanto la desconoce, entonces no se logra enlazar los eslabones que permiten articular la cadena de denuncia sobre lo que sucede con la cultura en Manizales.

Hablaba al comienzo de este texto de la gestión adelantada para la reaparición del Festival internacional de Jazz de Manizales, pues bien, debo manifestar que la gestión solitaria de esos pocos recursos que eran necesarios para revivir un evento que procura calidad, fracasó. Se trata de un fracaso que atribuyo claramente a lo que ya mencioné, la total desidia de la administración municipal que no entendió en casi 12 años a que se refiere la gente cuando pronuncian la palabra cultura y a partir de allí su imposibilidad de liderar el acompañamiento a las iniciativas en otros frentes al margen de los recursos públicos. Visité los despachos de muchos gerentes empresariales en Manizales, conversé telefónicamente con otros tantos, pedí a los “iluminados” de Manizales que intercedieran por el Festival ante tal ó cual empresario, porque para la recuperación de uno de los dos únicos eventos culturales internacionales que le sobreviven a la ciudad, cualquier gestión era válida y de la que seguramente deberíamos obtener respuestas positivas, no solo porque se trata de un evento que durante 10 años creció y se consolidó, sino porque desafortunadamente ya no hay tantos eventos para apoyar en Manizales. A pesar de esas consideraciones iniciales de aproximación a los empresarios públicos y privados, las respuestas fueron penosas. Ni por mecenazgo, ni por estrategia de mercadeo. No hay justificación en Manizales para sustentar un evento que tiene calidad y que lleva diariamente 1000 personas a un teatro. En donde están poniendo los recursos de apoyo a la cultura los empresarios públicos y privados de Manizales?, la respuesta parece ser que en ningún lado, porque la administración pública no ha dotado de herramientas al sistema de participación empresarial en los procesos de desarrollo humano de la ciudad. ¿Como va a sumarse de manera determinante la empresa privada a la construcción de tejido social y cultural, si en recíproca compensación el estado local y departamental hace deficitario el esquema de cofinanciación de las iniciativas culturales? De esto hay unos responsables, que son mirados de soslayo por el concejo y por la ciudadanía que permite que en la rendición de cuentas nos metan una simulada agenda cultural de dudosa calidad y en la que ni siquiera la gratuidad subsana las inmensas carencias en la construcción de agenda pública para la cultura. Como ya he manifestado en otras ocasiones, Manizales se ha transformado en una ciudad expulsora, excluyente y excluida en la que no se toman medidas para situarla en territorios competitivos desde los cuales se puedan volver a impulsar los otrora prósperos empresarios manizaleños, que ahora no pueden generar empleo en las proporciones de antes a pesar de que el crecimiento así lo exige, y con ello hacen que la condición general de las familias de la ciudad sea cada vez más precaria y con menor capacidad de compra. Vaya círculo vicioso del que resulta tan lesionada la cultura y de la mano de ella el desarrollo humano en Manizales. “Pa’ que teatro si no hay pal mercado”, fue la respuesta del papá de una prima mía cuando conversábamos de la total imposibilidad de acceso a la cultura de los manizaleños; con esa frase no solo terminamos entre risa rabiosa la conversación, sino que podríamos terminar un discurso radiográfico de la ciudad que en las manos actuales se va desmoronando, así sigan reluciendo los bulevares, los reparcheos de las avenidas, la sobrefacturada silletería del Palogrande y los fantasmales vagones del cable vía.

No habrá desarrollo humano, no porque no haya Festival de Jazz ó Juegos Florales, sino porque no hay ideas de desarrollo humano en quienes deberían dar vigor, visibilidad y dientes a cada una de las atrofiadas estructuras responsables de su planteamiento y puesta en marcha. Ahí queda puesto un caballito de batalla para los candidatos en contienda. El problema es que parece que solo uno de ellos está trabajando seriamente en hacer que la cultura vuelva a dialogarse e insertarse en Manizales.

Leído inicialmente en el Facebook de Ana María Mesa Villegas.

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